La piedra de Valle Escondido


Por Javier Rebolledo / investigacion@lanacion.cl

Otra de negocios y política: Municipalidad de Lo Barnechea modifica plano regulador y le quita patente de alcoholes a Restaurante Las Delicias. Favorece así a Valle Escondido S.A. Adivine quién es el dueño de la empresa.

El Dalai Lama entró a la vieja casona junto a una guardia dispuesta especialmente para su seguridad. Ya había visitado a las más destacadas autoridades del país y ahora quería conocer un lugar que simbolizara las raíces de la identidad chilena. Los dueños del Restaurante Las Delicias tenían preparada la mejor mesa, la misma usada por presidentes y personalidades del mundo en otras veladas inolvidables. “Este sitio es para quienes me han cuidado. Ellos se lo merecen, gracias”, les dijo la encarnación de Buda. Así se hizo. Esa tarde de mayo de 2006, luego de recorrer los salones de la ex quinta de recreo, el Dalai Lama eligió una pequeña mesa con ventanas hacia la calle Raúl Labbé, ubicada casi en la esquina donde se inicia el camino El Arrayán, a un costado de la ribera norte del río Mapocho.

Desde su fundación en 1959, Las Delicias ha permanecido prácticamente intacto. Con sus tejas coloniales y el adobe tirado de sus muros, se asemeja a una foto de otro tiempo en medio de los modernos caminos y proyectos inmobiliarios aledaños. Del lado de esta premisa de desarrollo se encuentra la Municipalidad de Lo Barnechea, entidad que, desde hace siete años, viene haciendo la vida imposible a los propietarios del restaurante. Presiones que partieron por cambiar el tipo de uso de suelo y siguieron con decenas de infracciones, la gran mayoría rechazada por el respectivo Juzgado de Policía Local. El 31 de julio pasado la administración del RN Felipe Guevara decidió no renovar su patente de alcoholes.

Los embates de parte de la municipalidad se iniciaron en 2002, cuando la ex alcaldesa RN Martha Elhers comenzó a aplicar un lento proceso de asfixia. “No hay nada que podamos hacer”, dice con algo de resignación Carlos Echevarría, uno de los cuatro hijos del matrimonio que inició el restaurante cuando el lugar era parte del campo. “Llevamos muchos años en esta pelea y hemos hecho de todo. Tenemos puertas de emergencia, está lleno de extintores, pero siempre encuentran algo para cursarnos una multa. Para un restaurante de comida chilena, la no renovación de la patente es un golpe de gracia”, concluye.

El abogado de Las Delicias, Santiago Hudson, cercano a la UDI, trabaja ad honórem, convencido de la importancia del restaurante para el país. “¿A quién beneficia todo esto? A Valle Escondido”, critica. Hudson se refiere al ambicioso complejo inmobiliario de casas y edificios que colinda con Las Delicias, cuyos creadores y principales propietarios son la familia Cueto, el candidato presidencial Sebastián Piñera y la familia Martínez.

Mario Kreutzberger es uno de los famosos que tiene casa en Valle Escondido, donde el valor de un departamento alcanza los $1.500 millones. Adentro del paraíso sintético con frondosos árboles, cableado subterráneo y automóviles de lujo que corren por calles asfaltadas, los problemas parecen no existir. Las monumentales construcciones apuntan su vista a una preciosa y bien cuidada cancha de golf.

“Todos sabemos que Las Delicias está estratégicamente ubicado. Según los planos reguladores, las autopistas Costanera Norte y Sur confluyen aquí. No es mi imaginación. Una parte del díptico con que Valle Escondido promueve sus propiedades está dedicado a mostrar a los futuros clientes el acceso que tendrían a Costanera, pasando por encima de Las Delicias”, cuenta Santiago Hudson, quien trabajó durante dos años para la familia Cueto.

LND se comunicó con la jefa de gabinete de Sebastián Piñera, Carla Munizaga, para que el candidato respondiera nuestras consultas. Un cordial Rodrigo Hinzpeter nos respondió que, aunque no conoce exactamente el porcentaje de su candidato en Valle Escondido, “éste no debe superar el 20% ó 25%. Incluso puede ser menos”. Sin precisar un monto aproximado, el brazo derecho del abanderado de la Alianza agregó que “las decisiones de Valle Escondido, que no voy a calificar de manera favorable o desfavorable, no se le pueden endosar a Sebastián. Sería injusto, porque no participa ni de su administración ni del directorio”. Además, Hinzpeter prefirió no referirse a la importancia patrimonial de Las Delicias “debido a que desconozco las aristas del caso”.

Sin embargo, el registro de Dicom, al que Hinzpeter no dio demasiado crédito, muestra una variada red de inversiones de Piñera en el proyecto Valle Escondido (ver recuadro). Consultada por la identidad de los socios mayoritarios, la gerente general de Inmobiliaria Valle Escondido, Bernardita Lihn, confirmó a LND que las acciones estaban concentradas en las manos de Piñera y las familias Cueto y Martínez.

La operación escondida

Durante décadas, Las Delicias ha sido el centro de reunión de personajes que abarcan todo el espectro imaginable. En la dictadura, sus salones mezclaron a sujetos tan disímiles como Florcita Motuda y el líder de la CNI, Álvaro Corbalán, quien se deleitaba escuchando a los cantores que, guitarra en mano, enfiestaban el lugar. Incluso la reunión previa al “Caupolicanazo” de 1980, a la que asistieron los máximos jerarcas de la DC, se celebró ahí con el más estricto sigilo. Hasta poco antes de 2000, el local era frecuentado por la familia Cueto, “especialmente por el patriarca, don Juan José, quien tenía una amistad con mi padre. Sebastián Piñera también venía acompañado de Andrés Allamand”, destaca Carlos Echevarría. La relación se quebró a partir de 2000. Valle Escondido, ubicado apenas unos metros más arriba que el recinto de los Echevarría, comenzó a reclamar como suyos cerca de 3.000 metros de propiedad ubicados dentro del terreno de Las Delicias. De inmediato, obreros comenzaron a cercarlos.
El restaurante fue asesorado por el abogado Jorge Mario Saavedra, especialista en derechos humanos. Según Silvia Echevarría, también hija de los dueños, las reuniones con la gente de Valle Escondido eran intimidantes.
“Llegaban con seis topógrafos, cinco arquitectos, cinco abogados. Era para no creerlo”, recuerda.
Finalmente, el abogado Saavedra les dijo que Valle Escondido sólo deseaba quedarse con 300 metros cuadrados, correspondientes a una zona donde pretendían construir el pórtico. Ante la posibilidad de perderlo todo, aceptaron. El acuerdo extrajudicial fue protocolizado en 2002, en la Notaría de Patricio Zaldívar. Ahí se señala textualmente que Valle Escondido S.A., que tiene como socios a Sebastián Piñera y a la familia Cueto, adquirió los terrenos que se peleaban con Las Delicias a través de “Bancard S.A., según consta en escritura pública de fecha 22 de diciembre de 1994”.

A pesar de que Bancard -sociedad con que el candidato presidencial maneja sus inversiones- se ha reducido ostensiblemente luego del fideicomiso voluntario, aún controla algunas inversiones de alto vuelo, como Valle Escondido.
Con el arreglo extrajudicial, Las Delicias respiró más tranquila. La amenaza del gigante se alejaba. Sin embargo, justo en ese momento vino el cambio al plan regulador. Antes de 2002, el local era considerado patrimonio de la comuna, al punto que el afiche institucional era nada menos que un dibujo del restaurante junto al río. Luego del cambio, el local desapareció para siempre de las imágenes oficiales de Lo Barnechea.
El mal cambio
En noviembre de 2002, el concejo municipal acordó un cambio al plan regulador -patrocinado por Marta Elhers- que modificó el tipo de uso de suelo de Las Delicias desde comercial a área verde, tomando como punto de referencia el Santuario de la Naturaleza ubicado unos kilómetros más arriba, por el Cajón del Arrayán. Aparte de limitar el giro de restaurante, el avalúo fiscal del terreno de los Echevarría bajó desde cerca de $2.700 millones a poco menos de $300 millones. Las Delicias fue el único local de toda la calle Raúl Labbé que fue afectado con el cambio a área verde. El resto de la calle, en toda su extensión, permanece con el tipo de uso de suelo comercial (ver imagen). Más encima, un pedazo de su terreno, donde se encuentra la casona, fue determinado como un terreno afecto a expropiación. “Con eso, nos terminaron de matar. Cómo íbamos a invertir un peso si en cualquier momento nos podían demoler”, recuerda Carlos.
Por esa fecha se acercó por primera vez una corredora de propiedades para ofrecer cerca de $500 millones por su terreno, sin querer especificar quiénes eran los interesados en comprar. La oferta fue rechazada.

El cambio al plan regulador se hizo efectivo en 2004. Durante todo un año los dueños del restaurante permanecieron en ascuas a la espera de que los expropiaran. Sin embargo, un año más tarde, la alcaldesa Marta Ehlers finalmente reconoció su derecho a existir. Según la sesión ordinaria del concejo municipal del 5 de abril de 2005, la ex edil “dice a los dueños de Las Delicias que pueden quedarse tranquilos, porque cree que ha recogido a cabalidad el sentimiento de ellos (…) queda reconocido el rubro, que era muy importante, ya que estaba congelado, por lo que quedan con esa parte muy clara, ya que pueden ampliar e invertir, con lo cual esa parte queda tranquila para ellos”.
“Los cambios al plan regulador en la comuna se efectúan cada seis o siete años. ¿Tiene lógica que, con ese argumento, tengan facultades para borrar del mapa a un restaurante que lleva 60 años funcionando, con la tradición e importancia que éste tiene?”, cuestiona el abogado Santiago Hudson.
Justamente el cambio al plan regulador de 2002 terminó con las aspiraciones de Martha Elhers para postularse a un quinto período edilicio en Lo Barnechea, luego de que, en 2007, su partido anunciara su bajada en medio de fuertes tensiones. La modificación, en la que no se abstuvo de votar en la sesión de concejo aprobatoria, significó que su casa, ubicada en La Dehesa, fuera vendida en 2005 a un valor 3,5 veces mayor al que habría logrado antes de la modificación de la normativa.
A pesar de que la ex alcaldesa Elhers afirmó públicamente que Las Delicias seguiría funcionando, el hostigamiento arreció en 2006.

La persecución

Producto de la falta de ingresos, ese año la familia comenzó a realizar fiestas, primero con y luego sin alcohol. Y les fue bien. “En ese momento llegó por segunda vez la mujer corredora de propiedades. Ahora nos ofreció $700 millones por el terreno, señalando que sus clientes se encontraban muy interesados, pero de nuevo no quiso identificarlos. Le respondimos que no queríamos vender”, recuerda Carlos.
Ya a mediados de 2006, Carabineros se asomó con la intención de cursar infracciones. Santiago Hudson asistió personalmente esas noches para mostrar a los uniformados que Las Delicias contaba con la patente categoría O, destinada a “salones de baile y o discotecas”.
LND accedió a las mencionada patente que figura a nombre de “Carlos Echevarría Cordero, Las Delicias, Raúl Labbé 14998” válidas hasta el 31 de enero de 2008 para salones de baile y o discotecas.

Semanas después llegaron funcionarios municipales, quienes sí cursaron numerosas multas. Una de las mencionadas infracciones señala como causa la realización de “fiesta comercial y funcionar como discoteca sin contar con autorización municipal para este giro (número 03266)”.
Las Delicias no pagó y las multas se acumularon. El 15 de noviembre de 2007, el juez titular Gustavo Montero falló que se acreditaba que el restaurante contaba con patentes de restaurante comercial de alcohol, vigentes hasta fines de 2008, determinando “que el denunciado puede explotar el giro de discoteca”.

“Dos semanas más tarde llegó un abogado que en ese tiempo también me ayudaba con otra propuesta. Esta vez nos ofrecían $1.200 millones e identificó al oferente como Valle Escondido. Nos volvimos a negar”, cuenta Carlos.

Aunque la situación parecía zanjada, iniciado 2008 las multas continuaron. Los funcionarios municipales argumentaron que una parte de la construcción, realizada en 1985, no contaba con recepción final, lo que no le permitía seguir funcionando.

Aunque había presentado los planos con el fin de ser regularizados en 2003 -documentos que exhibió a LND-, la familia decidió no seguir con las fiestas. La intención de perjudicarlos era evidente. Mejor esperar el cambio de mando.

Muerte al restaurante

En noviembre de 2008, el RN Felipe Guevara resultó elegido como nuevo alcalde de Lo Barnechea. Es conocido como el delfín de Raúl Torrealba, alcalde de Vitacura y miembro del círculo de hierro de Sebastián Piñera. Con su arribo, Guevara trajo también a parte del polémico grupo de abogados de Vitacura que lideró el intento de cambio al plan regulador derrotado por una aplastante votación ciudadana el 15 de marzo de 2009.

Los dueños de Las Delicias esperaban que el trato municipal variara con la nueva administración. No sucedió. Por el contrario, las multas continuaron, centradas en que el estacionamiento, inmediatamente aledaño al restaurante, correspondía a un bandejón y no a una berma, lo que para Hudson es ridículo “ya que en toda la calle Raúl Labbé no existe un solo bandejón”.
Entre los meses de mayo y agosto de 2009, la municipalidad cursó más de noventa partes a los clientes del restaurante. En la primera visita realizada por LND, la mencionada franja aledaña al restaurante no contaba con ningún letrero que señalara la prohibición de aparcar. Luego de llamar al municipio para solicitar una entrevista y mencionarles este tema, el día viernes, luego de cuatro meses de multas, pusieron un letrero que se encuentra orientado en forma defectuosa.
Los propietarios de Las Delicias, junto a Santiago Hudson, solicitaron sin éxito cuatro reuniones con Guevara. El 3 de julio pasado fueron recibidos por el asesor jurídico Héctor Mery y el jefe de gabinete del alcalde, Baldo Violic, quienes les mencionaron que el caso se estudiaría.
Sin embargo, la decisión de no renovar la patente se había tomado un día antes, en sesión del concejo municipal a la que asistieron ambos. En dicha sesión, el alcalde Guevara afirmó que la situación de Las Delicias no se sometería a votación debido a que “más que un tema de estacionamientos o reclamos, la dificultad de ellos tiene que ver con el plan regulador comunal, que no les permite desarrollar esa actividad en ese lugar. O sea, no se trata de que ellos estén en falta respecto de su actividad, sino que están mal localizados desde el punto del plan regulador”.
De esta forma, el 31 de julio a Las Delicias no se le permitió renovar su patente de alcoholes. Si bien el alcalde Guevara no quiso dar una entrevista a este medio, envió un comunicado, donde señala que se valora la tradición chilena y la identidad criolla, pero que, además de la falta al plano regulador, “Las Delicias tiene ampliaciones que no han sido regularizadas (…) esto hace inviable el otorgamiento de una patente de alcoholes”.

En estricto rigor, ninguno de los dos argumentos enunciados son causal para la caducidad de la patente. La Ley Orgánica de Municipalidades en su artículo 63, letra Ñ, señala que este tipo de decisiones deben necesariamente pasar por el concejo. Respecto del plan regulador, Santiago Hudson explica que la ley es extremadamente clara respecto del derecho adquirido de quienes ya tienen una propiedad y que la normativa no opera de forma retroactiva. “Por ende, la municipalidad, mandatada yo no sé por quién, está actuando de manera ilegal. Y Valle Escondido se ve beneficiado”, sentencia.
Hoy los salones del restaurante lucen vacíos. El patriarca, Gonzalo Echevarría, padece una enfermedad terminal, pero, a pesar de que ha entrado a la UTI varias veces, sus hijos coinciden en que se niega a morir sin ver que su local sea dejado en paz.
No hay ningún automóvil estacionado en sus cercanías. Uno que otro cliente fiel, come una cazuela con pebre y una bebida. Nada de vino, nada de patentes y, por lo que dice el alcalde Guevara, muy pronto nada de Las Delicias.
La Nacion Domingo

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