¿Quién dijo que Piñera es tóxico?

LND

"Cerros y cerros de compost y fertilizantes, que antes eran cerros y cerros de residuos tóxicos. Ése fue el escenario que recibió a Sebastián Piñera en su conmemoración anticipada del Día Internacional del Medio Ambiente".

Así reza una desabrida nota pagada por el candidato bursátil, el mismo postulante que, encaramado, según allí mismo se nos narra, en esos montes de sustancias inverosímiles, fue el principal orador en la inauguración de la ONG pomposamente denominada Consejo para la Protección de la Vida Natural y Defensa del Medio Ambiente.

No es difícil imaginarlo montado en las cumbres de un cerrito de fertilizantes, con la chaqueta al hombro y los puños de
la camisa ocultándole las manitas, perorando.

"En mi gobierno promoveré una institucionalidad ambiental que garantice la protección del medio ambiente y ayude a crear condiciones de vida más sanas y saludables para los chilenos", brama un ecológicoy concreto Piñera, en su convincente discurso lleno de innovación y propuestas de avanzada.

Nos preguntamos, ¿no habrá alguna técnica para reciclar al propio candidato que, hablando claro, nos resulta algo bien cercano a un percolado, un residuo oscuro e inclasificable que mana hacia la política chilena desde esos cerros de basura ideológica llamada neoliberalismo, la filosofía de los especuladores y los mercachifles, y que sólo ha traído desdicha y angustia a los pobres y a los grupos medios del mundo? ¿Habrá tecnología disponible para reformular a ese montón de verborrea fósil?

Tan consciente está el candidato de la derecha de su impresentable condición, que ha intentando vanamente etiquetarse a sí mismo como "humanista cristiano", lo que vendría siendo algo así como un certificado de producto orgánico o una cosecha hidropónica, pegado a un frasco que en realidad rebosa de los coliformes fecales que constituyen su verdadero ideario y programa.

Todo en Piñera es fanfarria, ocultamiento, falsificación. Los hombres no son lo que dicen, sino lo que hacen; y Piñera, en su hacer, nos ha dado pruebas elocuentes de su verdadera y tóxica condición de adalid de una ideología desalmada y contaminante.

"Sebastián también planteó sus propuestas en temas ambientales, divididas en 5 áreas: contaminación ambiental, cambio climático, institucionalidad ambiental, información ambiental y participación ciudadana, y protección de los recursos naturales y la biodiversidad". Como vemos, puras novedades.

"Tras la presentación, Sebastián hizo un recorrido por las instalaciones de la planta, conociendo los primeros residuos que ingresan, el proceso bajo el cual se transforman y el producto final que se obtiene", agrega la novedosa nota de prensa.

Los tantaucos, nombre horrendo y brujeril con que se han bautizado sus gomas y propagandistas, pueden reciclar publicitariamente un Aconcagua de caca si quieren, tienen recursos incluso para convertir en mantequilla los torbellinos de La Farfana.

Pero Piñera seguirá siendo Piñera. Es irreciclable el candidato de las "pasadas", y todo señala que no se lo puede convertir en nada que no sea él mismo: ese remedo de calidez, con la sonrisa corcheteada en la cara, bajo unos ojos muertos que miran fijamente a sus presas como las serpientes.

Le tenemos afecto a Piñera, es un buen chato, y nada nos complacería más que, lo antes posible, algún científico serio, tantauco o de donde fuera, lo pudiera convertir en un útil tapón de bidet o por lo menos en un indigesto calugón Pelayo.

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Madariaga, Piñera, Correa Bulo y el estofado del diablo

Por Antonio Gil / La Nación Domingo

Peso Pluma


El plato es pesado, le lleva mucho aliño añejo. Mucho pasado sucio, el que forma una nata indigesta hasta para el mejor dispuesto con Piñera Echeñique. Como un resfrío mal cuidado, el pasado vuelve. Y no se puede maquillar, ni estirar con cirugías.

Existen fundadas razones para afirmar, muy enfáticamente, que existe alguien, de naturaleza perversa y despiadada, que se empecina en frenar, por todos los medios posibles, la legítima carrera de Sebastián Piñera a la Presidencia de Chile. Alguien obstinado, contumaz, inmoral, mentiroso, rencoroso y traicionero: se trata, según todos hemos podido comprobar, de su propio pasado. El mismo que hoy se nos presenta como un guisado azumagado, que junta presas, y presos, en una marmita que hiede al absolutismo pinochetista y sus privilegiados. Cuánta razón tiene el tango que reza: Tengo miedo del encuentro/ del pasado que vuelve/ a enfrentarse con mi vida.

¿Alguien imaginó alguna vez que llegaría a ver al candidato aliancista hirviendo en la misma cacerola tiznada de los tiempos de "Cocinando con Mónica", junto a dudosos ingredientes de las tinieblas, como son la ex ministra de Justicia Mónica Madariaga y el jurisconsulto del mismo período don Luis Correa Bulo? Pues así no más ha ocurrido, y el escenario ha sido una pobre pero honrada cocinería llamada Canal 2 de San Antonio.

Un medio donde oficia de chef ni más ni menos que el olvidable maestro Tombolini. Elementos que arman esta nueva pesadilla para el hombre de los bracitos cortos y su comando. Así el melancólico medio san antonino salta de pronto, sin decir agua va, de su crepuscular condición al primer plano nacional con las confesiones de la señora Madariaga en relación al "único" "pecadillo" cometido durante el ejercicio de sus funciones ministeriales, a saber, el de haber pedido a Correa Bulo la libertad de Piñera encausado por fraude al Banco de Talca. "Yo tenía muy buenas relaciones con doña Mónica. Nos encontrábamos en inauguraciones o incluso en tiempos que trabajaba en La Serena. A mí no me pareció nada raro esto, que intercediera por el señor Piñera. Me manifestó que no lo hacía tanto por ella, sino por su hermano (José Piñera, ministro del Trabajo y Minería de la dictadura) y porque estaban preocupados por la forma en cómo se estaba llevando el proceso", responde Luis Correa, mientras echa su primer hervor esta cochina historia que Tombolini y su pinche de cocina han puesto al fuego. Presiones indebidas de una ministra a un juez, el que reconoce haber accedido graciosamente. ¿Qué otra le quedaba al recto de don Luis? Pero, ¿quién si no el jefe máximo del Estado podía presionar de esa manera? Ese Jefe de Estado a quien la presa principal de este condumio, Piñera Echeñique, le hiciera luego una historiada desconocida, llena de sospechosas fanfarrias.

El comando piñerista afirma que doña Mónica Madariaga "delira", pese a la confirmación hecha por el propio Correa al ser consultado. ¿Delira también Correa Bulo? Es posible. Pero, ¿es presa también de esta rara malaria memoriosa Luis Correa Bluas, el hijo del juez Correa Bulo, cuando confirma el llamado realizado por la ex ministra de Justicia a su señor padre?

El plato es pesado, le lleva mucho aliño añejo. Mucho pasado sucio, el que forma una nata indigesta hasta para el mejor dispuesto con Piñera Echeñique. Como un resfrío mal cuidado, el pasado vuelve. Y no se puede maquillar, ni estirar con cirugías. El delicado platillo que presenta el magistral Tombolini deja claro que alguien miente. ¿Por qué lo haría Madariaga, una difunta en política? ¿Por qué mentiría Correa Bulo, autoinculpándose de un acto fuera de toda norma? En cualquier caso, a estas alturas, sea como sea, puta que hay que tener estómago. //LND

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