¡Piñera defiende a muerte derechos de los trabajadores!

La nacion domingo

Por Antonio Gil/Peso Pluma

“Él estaba echado hacia atrás, con la pierna extendida hacia el pasillo, Gina lo pasó a llevar por accidente, pero él reaccionó muy ofuscado: ‘¿Tú quieres pisarme? ¡Yo voy a enseñarte cómo se pisa!’, le dijo y le dio un tremendo pisotón. Gina quedó con dos falanges fracturadas. Estuvo un mes con licencia”, habría asegurado un empleado de Lan testigo del incidente.

“Hay que defender a muerte los derechos de los trabajadores, porque son lo más importante que tenemos”, declaró hace poco nuestro muy apreciado candidato Sebastián Piñera a un canal de televisión. Palabras sinceras que vienen a desmentir de plano el nauseabundo cúmulo de mitos urbanos tejidos respecto a un supuesto trato arrogante y tiránico que daría el abanderado de la justicia social a sus propios empleados. ¿Cómo es posible que alguien que llama a defender a muerte a los trabajadores haya, por ejemplo, tratado a la auxiliar de Lan Gina Ampuero (Q.E.P.D.) con la prepotente vulgaridad que se le imputa? “Él estaba echado hacia atrás, con la pierna extendida hacia el pasillo, Gina lo pasó a llevar por accidente, pero él reaccionó muy ofuscado: ‘¿Tú quieres pisarme? ¡Yo voy a enseñarte cómo se pisa!’, le dijo y le dio un tremendo pisotón. Gina quedó con dos falanges fracturadas. Estuvo un mes con licencia”, habría asegurado un empleado de Lan testigo del incidente. No podemos dar crédito a esa imagen entre pueril y neroniana de nuestro gentil y afectuoso postulante a La Moneda. Es una imagen grotesca que en caso alguno nos cuadra con sus sólidas convicciones ni con ese modo de ser cariñoso y protector que exhibe en los medios cuando anuncia un millón de nuevos empleos durante su eventual mandato. Tampoco podemos hacernos eco del testimonio que asegura que el acoso a la azafata continuó y que “su jefe la pesaba cada vez que iba a abordar, con el argumento de que su peso podía afectar la carga del avión. Poco tiempo después se suicidó”. Un desenlace horrendo sin duda, pero que sólo probaría la inestabilidad emocional de la aeromoza, su fragilidad y escasa capacidad para enfrentar el áspero mundo en que vivimos, el mismo en que Piñera es un ganador, un macho alfa, capaz de hacer frente a todas las adversidades y salir airoso con una sonrisa en sus labios y un micrófono en la mano a la manera de un Obama, como la promesa blanca de un Chile más justo y más solidario. Seguramente exageran los quejumbrosos empleados de Lan cuando aseguran que “la pega está siempre en riesgo y que no sabes cuándo te van a echar”. Piñera ha sido claro en su voluntad de defender la estabilidad laboral y de aumentar fuertemente las fuentes de trabajo y no tenemos por qué no creerle. Tampoco nos parece creíble un Piñera irrumpiendo ofuscado en la cabina del piloto gritándole “despega huevón” en medio de una espera técnica. El piloto habría expulsado al candidato del habitáculo para luego ser llamado, a su regreso, a dar explicaciones a la jefatura de la aerolínea. ¿Imagina alguien a Sebastián Piñera gritando “despega huevón” a Hinzpeter o a cualquiera de sus otros auxiliares, asistentes y subalternos políticos? No nos cabe en la cabeza que el bondadoso y desprendido hombre público use un lenguaje tan soez, ni que pierda el gobierno de sí mismo por unos minutos de atraso en un vuelo. En cualquier caso el programa del candidato aliancista es claro en lo que a defensa del trabajo se refiere: a) MODIFICAR el sistema de indemnización por años de servicios, por un mecanismo de pago a todo evento, EQUIVALENTE a 15 días por cada año de servicios. b) Banco de horas extraordinarias anuales, equivalente a trabajar en promedio una hora extra al día, lo que representa 290 horas extraordinarias al año. Como vemos, lo que Piñera quiso decir es “tenemos que defendernos a muerte de los derechos de los trabajadores”. Es casi lo mismo. //LND

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Por qué los militares jamás votarán por Piñera

La Nación Domingo

Antonio Gil/Peso pluma

“No hago ninguna diferencia entre si la persona es civil o militar. Las razones humanitarias que yo invoco son válidas para todos los seres humanos, y no hago distinción si es civil o es militar”, dijo en una salida a terreno el nuevo adalid de los torturadores, de los que abrían los cadáveres en canal para echarlos al mar, de los que violaban a las mujeres con perros y de los que inventaron falsos enfrentamientos para masacrar a militantes de izquierda.

Aunque es poco sabido, en el pasado ya el candidato presidencial de la derecha financiera, Sebastián Piñera, había realizado, aparte de la reciente y tan controvertida promesa de las 40 lucas por carga familiar si llega a ganar en marzo, ofertones harto más secretos, groseros, sórdidos y peligrosos que éste. A los militares en retiro, el incansable negociante les habría puesto sobre la mesa una canasta familiar llena de dulces promesas, donde cruje, envuelta en papel celofán, como un pan de Pascua, su propuesta principal, el gran plato de fondo: propiciar un punto final, que es sin duda el más soñado anhelo de todos aquellos militares y policías que enfrentan juicios por violaciones de los derechos humanos cometidas durante la dictadura. Mal que mal se calculan en 500 mil los votos que entrega la cantera de la llamada "familia militar".

"No hago ninguna diferencia entre si la persona es civil o militar. Las razones humanitarias que yo invoco son válidas para todos los seres humanos, y no hago distinción si es civil o es militar", dijo en una salida a terreno el nuevo adalid de los torturadores, de los que abrían los cadáveres en canal para echarlos al mar, de los que violaban a las mujeres con perros y de los que inventaron falsos enfrentamientos para masacrar a militantes de izquierda. Medio millón de votos no son poca cosa para un candidato que ya siente en la nuca el aliento tibio de sus rivales.

FOTO_01 W:300 H:438 25 kbPero entre sus filas no todos están de acuerdo con esta nueva piñerada que, calculadora en mano, hace el abanderado del Punta Peuquismo. El ex diputado Jorge Schaulsohn fue enfático al declarar: "No creo que el indulto corresponda a personas que han cometido crímenes de lesa humanidad". De seguro Schaulsohn tiene en su conciencia los crímenes del nazismo y, como todo judío decente, no puede avalar la puesta en libertad de sujetos que metieron ratones en las vaginas de las mujeres encadenadas y asesinaron con inyecciones letales o de un tiro en la cara a miles de chilenos. Se dice que la moción de Piñera de indultar a los represores confesos y condenados contaría con las simpatías de algunos sectores de la derecha. No olvidemos que en el país no pasan de una veintena los militares que están en prisión por atropellos a los derechos humanos. Y recordemos, también, que se trata de la peor canallada que haya parido jamás mujer alguna en esta dulce patria. Seres retorcidos, patológicos y, por tanto, altamente peligrosos para nuestra sociedad. Pero la calculadora de Piñera dice clarito 500 mil votos. Jorge Schaulsohn, entre el rebote de un cheque y otro, agacha la cabeza. Puede no estar de acuerdo con Sebastián y su entorno, pero ¿qué peso tiene un señor a quien todos miran como a una tetera sin pico? Alguien que pudo ser un defensor de la dignidad y de la justicia hoy se pliega, sin fe, a la caza de esa carretonada de votos castrenses. Lo que los militares saben bien, y comentan en sus cuarteles, es que Piñera, de ganar en diciembre, sería el verdugo de todas sus franquicias y regalías. Que las AFP creadas por su hermano José los convertirían en simples empleaditos fiscales, jubilando a los 65 y perdiendo como en la guerra (la única que habrán conocido) todo ese estatus y esas tan merecidas granjerías. La patraña del punto final y la liberación de canallas no es ningún negocio para nuestros valientes soldados de ahora. Ellos no han matado a nadie y, en cambio, se han matado día a día vigilando nuestras fronteras. No cuente con ellos señor Piñera. //LND

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