¡Piñera defiende a muerte derechos de los trabajadores!
“Él estaba echado hacia atrás, con la pierna extendida hacia el pasillo, Gina lo pasó a llevar por accidente, pero él reaccionó muy ofuscado: ‘¿Tú quieres pisarme? ¡Yo voy a enseñarte cómo se pisa!’, le dijo y le dio un tremendo pisotón. Gina quedó con dos falanges fracturadas. Estuvo un mes con licencia”, habría asegurado un empleado de Lan testigo del incidente. “Hay que defender a muerte los derechos de los trabajadores, porque son lo más importante que tenemos”, declaró hace poco nuestro muy apreciado candidato Sebastián Piñera a un canal de televisión. Palabras sinceras que vienen a desmentir de plano el nauseabundo cúmulo de mitos urbanos tejidos respecto a un supuesto trato arrogante y tiránico que daría el abanderado de la justicia social a sus propios empleados. ¿Cómo es posible que alguien que llama a defender a muerte a los trabajadores haya, por ejemplo, tratado a la auxiliar de Lan Gina Ampuero (Q.E.P.D.) con la prepotente vulgaridad que se le imputa? “Él estaba echado hacia atrás, con la pierna extendida hacia el pasillo, Gina lo pasó a llevar por accidente, pero él reaccionó muy ofuscado: ‘¿Tú quieres pisarme? ¡Yo voy a enseñarte cómo se pisa!’, le dijo y le dio un tremendo pisotón. Gina quedó con dos falanges fracturadas. Estuvo un mes con licencia”, habría asegurado un empleado de Lan testigo del incidente. No podemos dar crédito a esa imagen entre pueril y neroniana de nuestro gentil y afectuoso postulante a La Moneda. Es una imagen grotesca que en caso alguno nos cuadra con sus sólidas convicciones ni con ese modo de ser cariñoso y protector que exhibe en los medios cuando anuncia un millón de nuevos empleos durante su eventual mandato. Tampoco podemos hacernos eco del testimonio que asegura que el acoso a la azafata continuó y que “su jefe la pesaba cada vez que iba a abordar, con el argumento de que su peso podía afectar la carga del avión. Poco tiempo después se suicidó”. Un desenlace horrendo sin duda, pero que sólo probaría la inestabilidad emocional de la aeromoza, su fragilidad y escasa capacidad para enfrentar el áspero mundo en que vivimos, el mismo en que Piñera es un ganador, un macho alfa, capaz de hacer frente a todas las adversidades y salir airoso con una sonrisa en sus labios y un micrófono en la mano a la manera de un Obama, como la promesa blanca de un Chile más justo y más solidario. Seguramente exageran los quejumbrosos empleados de Lan cuando aseguran que “la pega está siempre en riesgo y que no sabes cuándo te van a echar”. Piñera ha sido claro en su voluntad de defender la estabilidad laboral y de aumentar fuertemente las fuentes de trabajo y no tenemos por qué no creerle. Tampoco nos parece creíble un Piñera irrumpiendo ofuscado en la cabina del piloto gritándole “despega huevón” en medio de una espera técnica. El piloto habría expulsado al candidato del habitáculo para luego ser llamado, a su regreso, a dar explicaciones a la jefatura de la aerolínea. ¿Imagina alguien a Sebastián Piñera gritando “despega huevón” a Hinzpeter o a cualquiera de sus otros auxiliares, asistentes y subalternos políticos? No nos cabe en la cabeza que el bondadoso y desprendido hombre público use un lenguaje tan soez, ni que pierda el gobierno de sí mismo por unos minutos de atraso en un vuelo. En cualquier caso el programa del candidato aliancista es claro en lo que a defensa del trabajo se refiere: a) MODIFICAR el sistema de indemnización por años de servicios, por un mecanismo de pago a todo evento, EQUIVALENTE a 15 días por cada año de servicios. b) Banco de horas extraordinarias anuales, equivalente a trabajar en promedio una hora extra al día, lo que representa 290 horas extraordinarias al año. Como vemos, lo que Piñera quiso decir es “tenemos que defendernos a muerte de los derechos de los trabajadores”. Es casi lo mismo. //LND